El Almirantazgo de San Petersburgo es uno de los edificios más famosos de la ciudad. Aunque se trata de un conjunto de construcciones, destaca sobre las demás su torre. Su aguja se puede ver desde muchos puntos cercanos, especialmente desde el río Nevá.
El edificio actual se reconstruyó en el siglo XIX para dar apoyo a las ambiciones marítimas del zar. Sin embargo, el diseño original no era así. Pedro I el Grande siempre demostró su ambición por dominar el mar. Creía que una flota poderosa le daría el control del norte del país. Entre 1732 y 1738 se levantó el primer edificio en piedra. Ya por aquel entonces se hizo la famosa torre, que se elevó hasta los 72 metros de altura.
En el siglo XIX, el edificio había quedado obsoleto. Andreyan Zakharov reconstruyó el edificio casi por completo. Mantuvo la torre y derribó todo lo demás. Conservó la configuración del plan de un edificio existente. Creó una nueva estructura grandiosa, siendo el epicentro de la ciudad.
La estructura consta de dos edificios en forma de U. En los flancos de la parte media hay pórticos de 12 y 6 columnas. Se repiten en las fachadas laterales. Los pabellones que dan al Nevá se hacen eco de la base de la torre central y están coronados con astas de bandera con esculturas de delfines. Desde los interiores del Almirantazgo, se ha conservado el vestíbulo con una escalera principal, una sala de reuniones y una biblioteca.
La torre es el foco de las tres principales calles más antiguas de San Petersburgo: la avenida Nevski, la calle Gorokhóvaia y la avenida Voznesensk.